25 oct 2013

Traumas de la vida

Hoy hablando en la cafetería de la facultad he acabado no sé exactamente como (bastante típico) hablando un poco de mis traumas, que no son pocos. Pero así a destacar me he acordado de un par o tres, que creáis o no, marcaron mi vida.

Para empezar, nunca tuve unas Lelli Kelly. Por qué? Porque de pequeña durante un tiempo tuve que llevar plantillas rollo ortopédico (según mi pareja  y mejor amiga las sigo llevando refiriéndose a mis bambas con plataforma) y claro, ese tipo de zapato no era el más adecuado. Tuve que soportar años y años de ver anuncios en la tele de niñas felices saltando con estos hermosos zapatitos y sobretodo, la maldita canción: “Somos LelliKelly tus za-pa-ti-tos OUYEH”. De hecho, nunca entendí que pintaba ahí el ou yeah pero el caso es que molaba cantidubi. Y claro, cuando tuve edad de dejar de utilizar las plantillas pues las LelliKelly ya estaban como para dejárselas a la Maria Isabel del Antesmuertaquesensilla.





Y luego vino el muñeco bebe de piel de silicona. Os juro que recordaré toda la vida a ese bicho. Por el momento, era la reproducción más real que había visto de un bebé. A parte de la piel de silicona que al tocarla OS JURO que era como la piel de un crío supersuaaaaaave y todo ese rollo, llevaba por dentro algún liquido infernal o lo que fuera, que lo hacía pesar un quintal, ergo era aún más real. Iba yo por la calle con mi fascinación y alucine cuando se me ocurrió, así por un casual, entrar a una tienda de juguetes a por mí bebe. Pues anonadada me quedé cuando vi que valía lo que en la época para mí era el equivalente a necesitar que me tocara la lotería 3 veces seguidas, vamos, que rondaba los 60€. Esó sí que fue para mí un precio psicológico y no lo que nos intentan colar en el bershka de 7,99 en lugar de 8€.

Y un día, me regalaron un Furby. No sé a qué clase de destrozahogares arruinavidas se le ocurrió decirme que podías enseñar a tu Furby a decir lo que tú quisieras. PORQUE PERDÍ DOS AÑOS, DOS P. AÑOS INTENTANDO QUE MI FURBY DIJERA “TEQUIEEEEERO” Y NUNCA PASÓ.


Finalmente, y cuando por fín entre en la adolescencia/tontolescencia acabe de llenar el baúl de traumas con uno aún peor. Todo sucedió el día que mi peluquero decidió que ya era lo bastante mayor como para saber la verdad. Así que tras ver mi cara de emoción decidió hacerme saber QUE NUNCA IBA A TENER EL PELO DE VANESSA HUDGENS EN HIGH SCHOOL MUSICAL. Por mucho que me esforzara.


Así que nada, cada vez que os preguntéis porque soy así de desequilibrada pues os invito a releer esta entrada o en general, el blog entero.

Hasta más ver!